viernes, 3 de enero de 2014

María José Calvo: «Espero que NCG mantenga su compromiso con la Obra Social»

MARÍA JOSÉ CALVO DIRECTORA DEL CENTRO DE MAYORES DE LA FUNDACIÓN NOVACAIXAGALICIA 

Fotografía de Paco Rodríguez
María José Calvo (A Coruña, 1962) entró en «la caja» a los 23 años y hasta hoy. Vivió la época de las vacas gordas y ahora solo espera que el nuevo dueño de NCG Banco «se comprometa con la línea social». 

—¿Cómo fue esa época en la que las cajas tenían dinero para hacer de todo? 
—Fue un momento de mucho bum. Aquí trajimos a Daniel Goleman, Mario Soares, Vargas Llosa, Cabrera Infante... 

—Nunca tal se viu, despois. 
—Hubo conferencias de mucho nivel. En la de Vargas Llosa se desmayó una chica. Era el mes de julio de 1997, hacía calor y el salón estaba lleno. Cuando el escritor se enteró, nos dijo: «Me siento como una estrella del rock. ¡Jamás se había desmayado nadie en mi presencia!». 

—¿Qué le parece la compra de NCG por parte de Banesco? 
—Lo deseable es que siga teniendo el mismo compromiso con la obra social que tiene NCG. Yo quiero ser prudente, pero también soy optimista. Esperemos que sea para bien. 

—¿Estaban los usuarios inquietos con el tema? 
—Lo estuvieron más el año pasado, creo yo. 

—¿Corre peligro la Fundación, con los vaivenes del banco? 
—Nos han cambiado las reglas del juego, pero soy optimista. Vamos en la línea de autogestionarnos. Y existe un remanente de dinero del que podemos tirar. 

—En la presentación del 50 aniversario dijo que el centro no es un «almacén de viejos». ¿De quién se estaba defendiendo? 
—Eso se lo dijo un hombre de ochenta años a una de las chicas de la cafetería, Nevi. Le soltó: «Yo por aquí no vengo, que esto es un almacén de viejos». 

—Y me imagino que le sentó fatal. A Nevi y a todos. 
—Es que lo dijo en plan despectivo, así que Nevi le soltó un discurso que no veas. Aquí hay gente mucho más joven que ese señor. Y otra, con más edad, pero con más vida social y el cutis mucho más terso que yo. (Risas) 

—Han sido pioneros en esto del «envejecimiento activo». ¿Les miraban con cara rara cuando empezaron? 
—A muchos les costó entenderlo. Aquí los hombres solo venían a jugar al billar y a las cartas. Y en cambio ahora... 

—El pasado viernes, los socios festejaron el 50 aniversario del centro con un flashmob en el Cantón y ahora planean hacer un grafiti en la fachada. ¿Están que lo tiran de moderno? 
—¡Sí! (Risas) Pero también hicimos un guateque de los sesenta que triunfó. Se ventilaron las entradas en dos días. Y vinieron los niños de la guardería de Novacaixagalicia, que está aquí al lado. Fue precioso porque algunos de nuestros usuarios tienen a los nietos allí. 

—¿Tiran esos nietos más de sus abuelos? ¿El síndrome del abuelo esclavo ha ido a más con la crisis?
—Sí, eso se nota. Algunos han reducido las horas que pasaban aquí, porque sus hijos les necesitan más. Puedo decir que sí, vienen a menos actividades. Un flashmob en el Cantón festejó el 50º. aniversario del centro el viernes María Jose Calvo, vestida de azul marino, posa con una de las socias del centro. 

(Sigue...)


«Hay que darle una vuelta al nombre, porque aquí no vienen solo los mayores» 

Ante la oleada de prejubilaciones que en los últimos años ha vivido el banco, insiste María José Calvo en que aquellos que tengan más de 55 años son bienvenidos al Centro de Mayores de la Fundación Novacaixagalicia en A Coruña (Rúa Alta, 7). El único requisito es pagar una cuota anual de 10 euros para los clientes de NCG y de 30 euros para los de otras entidades. 

—¿Eso significa que uno a los 55 debe ser considerado ya como una persona mayor? 
—¡Qué va...! Es un puente entre la etapa activa y la jubilación. Con tanta prejubilación y tanto ERE, hay numerosas personas que se han quedado descolgadas a esa edad. No eres ni joven ni mayor, pero te ves desubicado. 

—Pues van a tener que cambiarle el nombre al centro. Porque eso de Centro de Mayores... 
—Pues sí, hay que darle una vuelta al nombre. Deberíamos de ir a algo más en la línea de «la segunda juventud», porque con 55 años nadie es mayor hoy en día. Era más excluyente el nombre anterior: Club de Jubilados. 

—Cuando se abrió el centro, solo era para hombres. Eso sí que era excluyente. 
—Es que hace 50 años, aquí solo venían los jubilados de la caja. Eran solo hombres y todos mayores de 65 años. 

—Pues ahora, a los 65 años, no estamos ni para jubilarnos, dice el gobierno. 
—A los 55 somos unos críos. Tal y como se está retrasando el inicio de la vida laboral, la madurez llega más tarde.