lunes, 28 de octubre de 2013

Pilar García de la Torre, directora de la Universidad Sénior de la UDC: «Las empresas prefieren a las personas por la edad y no por la experiencia»

 «Creemos que cuando un mayor estudia, disminuyen sus visitas al médico»

Foto de César Quián
Viernes, ocho de la tarde. El bulevar de la plaza de Lugo abarrotado y, de pronto, decenas de personas abren al unísono sus paraguas, todos de color amarillo, y se ponen a bailar. El flashmob que sorprendió este fin de semana a los transeúntes coruñeses tenía entre sus protagonistas a un grupo de alumnos de la Universidad Sénior de A Coruña. Gente en movimiento. Hablamos con su directora, Pilar García de la Torre (León, 1965). 

—¿Cuanta más edad, más te ningunea la sociedad actual? 
—Sí. El ejemplo más claro es el de las prejubilaciones. Las empresas prefieren a las personas por la edad y no por la experiencia. Siempre priman los criterios económicos. 

—A nuestros mayores no nos paramos ni a escucharles. 
—Ni les respetamos como deberíamos. A las personas mayores no se les da la dignidad que requieren los años. En las sociedades más antiguas, la edad era un grado. Eso se ha perdido. 

—¿Cuánto de sénior hay que ser para estudiar aquí? 
—Puedes matricularte a partir de los 50. Hubo unos años con muchas prejubilaciones a los 52 y se decidió bajar la edad de entrada, pero casi todos los alumnos están entre los 64 y los 70 años. El mayor tiene 85. 

—Así que todo quisqui alarmado con el envejecimiento de la población y, en cambio, ustedes felices porque así tienen más alumnos. ¿Me equivoco?
—[Risas] Este año tuvimos muchas más solicitudes (180) que plazas (120). Y ni siquiera hubo que promocionarlo. 

—Habrá menos dinero para campañas de publicidad. 
—Nosotros nos autofinanciamos con las tasas de los alumnos, que son 108 euros al año. Y estudiantes no nos faltan, excepto en Ferrol, pero ahí nos echa una mano el Concello. Los profesores cobran un sueldo simbólico y la Universidade da Coruña se encarga de los gastos corrientes. 

—¿Me está diciendo que aquí no han llegado los recortes? 
—En lo que se refiere al presupuesto, un poco. Y luego, como a todos, además de bajarnos el sueldo, nos han ampliado las horas de clase. Así que tenemos que trabajar más y cobrar menos. 

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lunes, 21 de octubre de 2013

Charo Pita, gerontóloga: "El maltrato comienza cuando al mayor se le trata como a un niño"

Fotografía de Paco Rodríguez

Dice la gerontóloga Charo Pita Díaz (Neda, 1963) que el maltrato a las personas mayores «está enfundado en el anonimato político y social». Es por eso que el pasado lunes acudió voluntariamente a la Asociación de Vecinos Oza-Gaiteira-Os Castros de A Coruña para explicarlo. Fue una charla tabú. A unos, les cuesta oír hablar del tema, y otros no pueden ni siquiera llegar a denunciarlo. 

¿Usted predica en el desierto?
Llevo años estudiando el tema. En esta asociación hay un enorme interés, porque estamos en una zona con una población muy envejecida. Pero pasan los años y cada vez ve más casos. Veo casos en las residencias que responden a un problema de recursos económicos. Hay menos personal y, por ende, no pueden dar cobertura con misma calma a todo. 

Que no dan abasto, vamos. 
Lo intentan hacer bien pero, a mejor, van corriendo o tienen menos cuidado a la hora de suministrar los alimentos porque no disponen de tiempo. 

¿Cuál es el porqué de tanta invisibilidad? 
—En la mayor parte de los casos los mayores aguantan con una grandísima estoicidad por miedo a posibles represalias. Tenga en cuenta que ellos conviven con los abusadores. Por eso es tan difícil detectarlo. 

—¿Pero saben a qué porcentaje de la población mayor afecta? 
—El año pasado se registraron 50 casos de supuestos malos tratos a personas mayores en Galicia, según los datos de la Consellería de Traballo. [El teléfono social de la Xunta es el 900 333 666]. 

—Así que creen que la incidencia es más alta, en realidad. 
—Sí. La prevalencia es alta en «sospecha de maltrato» pero no en «maltrato», porque en España no existen test de control para detectar estos casos. Muchas situaciones son difíciles de ratificar para luego intervenir. 

—¿Cómo podemos saber si alguien cercano a nosotros está padeciendo esta situación?
—Por ejemplo, por hematomas que detecte el médico; o si hay ansiedad; que de repente al mayor le cueste mucho hablar; o que experimente un nerviosismo generalizado. En los cuestionarios se les pregunta por ejemplo: «Si usted se cae, ¿cuánto tiempo  tarda en recibir ayuda para levantarse? ». También existe el maltrato involuntario. 

—Me cuesta creer que se pueda maltratar sin mala intención. 
—Hay veces que los cuidadores están tan agotados que pueden soltar un chillido o dar un pequeño empujón. Delimitar ese maltrato es complicado.

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lunes, 14 de octubre de 2013

Ana Vázquez, presidenta de la Liga Reumatolóxica Galega: «Bromeé con el príncipe sobre mi toples en un calendario»

«Él quería ponerlo en la habitación de las infantas, pero yo le quité la idea» 
Fotografía de César Quián

Pelirroja valiente, esta actriz y terapeuta no quiere ser víctima ni dar pena. Se considera feliz, a pesar de la artritis reumatoide que le diagnosticaron a los 8 años. Ana Vázquez Lojo (Ribeira, 1969) lleva dos años intentando modernizar la Liga ReumatolóxicaGalega. Ayer fue su día. 

—Se acabó lo de asociar el reuma con la gente mayor. 
—Sí. Ya no es lo de la señora apoyada en un bastón. Es más, algunas enfermedades reumatológicas como la artritis, se dan, generalmente, en los jóvenes. Yo comencé con 8 años. Crecí con la enfermedad. 

—¿Cuánto tardó en tener las deformidades en los dedos? 
—Muy poco, mis brotes eran bestiales. Tras el diagnóstico, estuve un año entero ingresada en el hospital. Mi niñez fue como la de la serie Cuarta Planta. 

—En su Facebook dice que ya ha superado la enfermedad. 
—He superado la percepción de que estoy enferma. Si te tengo que hablar de mí, de lo último que te hablo es de la enfermedad. Aprendí a convivir con ella. 

—¿Le incomoda mostrar sus heridas de guerra?
—¡No! Cuando la gente me mira de reojo, yo les doy pretextos para hablarlo. Ayuda a comprenderlo mejor. 

—Ayudaría que algún personaje conocido se significase.  
—El guitarrista de El Sueño de Morfeo tiene una espondilitis anquilosante. Estamos seguros de que hay más, pero no lo dicen. Un empresario contrata antes a una persona que tenga una amputación que a otra con una enfermedad reumatológica. 

—Tampoco es cierto que en Galicia esto tenga más prevalencia por culpa del clima. 
—No hay ningún estudio que lo diga. Hay tantos enfermos de esto en el sur como en el norte. ¡Si hasta la Liga andaluza tiene más socios que nosotros! 

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lunes, 7 de octubre de 2013

Carmen Acebo Sánchez, matrona: «Me ofrecieron un jamón de jabugo por la epidural»

Fotografía de Paco Rodríguez
Aunque la vean ahí, tan juvenil, posando ante la inmensa yuca que preside el jardín de su casa, la matrona Carmen Acebo lleva casi cuarenta años ayudando a las coruñesas a parir. Fue pionera en la introducción de las clases de educación maternal en la sanidad privada y afirma, con una sonrisa, que «eso del parto sin dolor es una trola». Es la misma sonrisa que luce ante la yuca de su jardín y en el paritorio. Importante sonrisa. 

—Los partos sin dolor no existen, vale. ¿Y los partos exprés? 
—El más rápido que yo he tenido duró media hora, desde que la mamá llegó al hospital hasta que nació el bebé. Tuve otro muy gracioso que también fue rapidísimo. 

—Cuente, cuente. 
—Fue una chica que estaba en una boda. Apareció a las cuatro de la madrugada, con unos taconazos tremendos, toda maquillada, un peinado maravilloso y lentejuelas. Nos contó que estaba bailando la lambada y, de repente, rompió aguas. Fue un parto maravilloso y muy rápido. 

—También los habrá tenido interminables.
—La media está en unas ocho o diez horas. Recuerdo uno que duró 24. Era el undécimo hijo de aquella mujer, no podía empujar, le faltaba musculatura... Fue un parto eterno. Estábamos en el  antiguo hospital de beneficencia Labaca, hace unos veinte años. 

—Treinta y nueve años de comadrona dan para muchas historias. 
—Y alguna muy graciosa. Una mamá que estaba en pleno trabajo de parto de su primer hijo, largo como son todos, me dijo: «Por favor, por favor, si me pones ya la epidural, te compro un jamón de jabugo». [Risas] Cuando vino en su segundo embarazo me lo recordó. «Yo soy la del jamón de jabugo». 

—¿Y se lo volvió a ofrecer? 
—No, el segundo casi lo tuvo en la puerta del hospital, ja, ja... 

—¿Cuántos años tenía la madre con más edad que ha atendido? 
—53; fue un tratamiento de fertilidad. Física y psicológicamente, creo que no es correcto que una mujer tenga un hijo a esa edad. 

—¿Está nuestro cuerpo diseñado para parir a los cincuenta? 
—No. Por eso se ha disparado el índice de cesáreas. Lo ideal está entre los 23 y los 27 años. Yo doy los cursos de preparación al parto en BBCentro (Médico Rodríguez, 11) y en el último grupo, de quince embarazadas, ninguna bajaba de los 36 años. 

—¿Por qué no tenemos más hijos? ¿Por comodidad, por economía...? 
—Llevo 39 años trabajando en la sanidad pública y en la privada (Hospital Quirón). He vivido la época de bonanza económica en España y tampoco se tenían más hijos. Cuanto mayor es el nivel social, menos hijos. Te dicen: «Yo tendría más hijos, pero ¿para que me los críe otro?». 

—Desmónteme este mito, por favor. ¿Se puede adivinar el sexo del bebé solo con ver la barriga de una embarazada? 
—Cuando todavía no existían las ecografías se decía: barriga picuda, varón. A veces atinabas, pero era pura intuición. 

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Rosa Barreiro: "Ser del Ventorrillo te hace más fuerte"

Fotografía de César Quián para La Voz de Galicia
Rosa Barreiro Ares (Sao Paulo, Brasil, 1959) no quiere homenajes a no ser que sean para su madre o para su hermano Eduardo, fallecido hace casi un año de un infarto. A ellos, dice, les debe todo lo que es, que no es poco. Empezamos por la presidencia de la asociación de vecinos del Ventorrillo

—¿Usted es de aquí o es «venidera»?
—Al barrio llegué hace 20 años, pero aquí solo le damos valor añadido al que es de Cances, A Moura, A Silva o Penamoa. Son historia viva de la ciudad. 

—De A Silva era Pucho Boedo. ¿Qué recuerdos tienen de él? 
—Los vecinos le llaman Puchiño y hablan de él con mucho cariño. Después del parón de Penamoa, queremos recuperar los memoriales que le hacíamos. 

—Desaparecido el poblado, el Ventorrillo vuelve a ver la luz. 
—Sí, vuelve a ver la luz, pero con el mismo espíritu solidario. Aquí siempre hubo mucha sensibilidad hacia los drogadictos. 

—¿Qué gobierno local ha visto más implicado con este tema? 
—Se erradicó el chabolismo con el anterior, pero a este gobierno lo veo muy implicado. 

—¿Qué hay ahora en Penamoa? 
—Es un parque verde, totalmente abierto, como el de San Pedro. Es una maravilla. 

—¿Ya no es el barrio un «supermercado de la droga»? 
—No. Y que conste que ese nombre se lo pusimos nosotros, para que se supiera lo que había. 

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