domingo, 23 de febrero de 2014

Chus Sáenz, la primera policía local de A Coruña: "La única multa que perdoné en mi vida fue a un conductor que se le descolocó la pierna ortopédica"

Foto de César Quián para La Voz
El primer sitio de Galicia donde hubo mujeres policías fue la ciudad de A Coruña. Hace treinta y seis años, el entonces alcalde Jose Manuel Liaño Flores se planteó emular al Ayuntamiento de Madrid, cuyas calles ya eran patrulladas por agentes del género femenino. «Me pareció necesario hacerlo», explica Liaño. «Además, la ley ya lo permitía». En 1978, el municipio lanzó una convocatoria de cinco plazas de policía local solo para mujeres. La respuesta fue multitudinaria, pero dos puestos quedaron vacantes. Los otros tres fueron ganados por Florentina Pérez, María Luisa Estraviz y María Jesús Sáenz, la más joven de las tres. 

-Usted solo tenía dieciocho años cuando se convirtió en Policía Local. ¿Era consciente de que estaba siendo pionera? 
-Era consciente de ello. Sabía que aquí éramos las primeras. Me sentía muy orgullosa por eso, pero también tenía cierta incertidumbre.

-¿Por qué? 
-Por cómo seríamos aceptadas. Entrábamos en un cuerpo muy masculino, de machitos. 

-¿Y cómo las acogieron?
-Muy bien. Todos los compañeros nos arroparon y nos ayudaron a integrarnos desde el primer momento. El ciudadano también respondió bien, salvo algún vacile típico. Solo a veces me sentí un poco incómoda. 

-¿Se sentía observada? 
-Es que aquello llamó la atención. Y nada más empezar, nos pusieron a trabajar en el centro de la ciudad: Cantones, Rúa Nueva y San Andrés. 

-¿No las estaría utilizando el concello para presumir de «moderno» a su costa? Suena a política de escaparate. 
-Puede ser. Creo que lo hicieron por ser pioneros en esto. 

-Ahora es la responsable de la oficina que la Policía Local tiene en el Fórum Metropolitano, pero ha pasado por varios departamentos, patrullado calles y regulado el tráfico. ¿Cuántas veces le han pedido ayuda para retirar una multa? 
-Mis amigos no me molestan con eso, pero hay otra gente que sí lo intenta de vez en cuando. 

-Es que una multa tiene mal encaje siempre.
-Sí, es rarísimo que alguien admita que una multa está bien puesta. Rarísimo, rarísimo... 

-¿Y usted seguro que nunca perdonó ninguna? 
-Solo una y le voy a contar cómo fue. Multé a un conductor en la Ronda de Outeiro que había dejado el coche en doble fila. El señor alegó que se tuvo que meter en un bar porque se le había descolocado la prótesis que llevaba, una pierna ortopédica. No sé si era verdad o mentira, pero se la perdoné. 

-¿Perdonar multas está a la orden del día?
-Hoy en día no. Antes, sí. Había gente, incluso fuera de la Policía Local, que lograba sacar multas. Lo que me parece aberrante.

-¿Qué gente, políticos? 
-De todo. 

-El que tenía poder, se creía con poder para quitar una multa.
-Efectivamente. Y la quitaba eh... La quitaba. Quiero creer que hoy en día no pasa eso. 

-Dice el dicho que el poder siempre corrompe
-Y el que no se deja corromper, a la calle. Es una tristeza pero es así. Yo he visto cómo se ha dejado de lado al que quería ser honrado. Lo de la Pokémon me parece bien. Quien haya hecho algo malo, que pague por ello. Nadie se mete a policía para andar jorobando. Si denunciamos un coche, es porque está mal aparcado, no para fastidiar. 

miércoles, 19 de febrero de 2014

Monserrat Grande, responsable de Teleperformance Coruña: "A veces tratamos con usuarios que están enfadadísimos"

Entrevista con Montserrat Grande, de Teleperformance Coruña
Fotografía de Paco Rodríguez para La Voz de Galicia
No hay moqueta en el suelo, pero el ruido de mis zapatos no se escucha al andar. Paseo entre los más de quinientos teleoperadores que conforman la plantilla de Teleperformance Coruña, en la Grela, acompañada por la jefa de todos ellos, Monserrat Grande Piñeiro (A Coruña, 1968). Lo del «no ruido» en el suelo, me cuenta, es para atenuar el murmullo de fondo que se escucha en los servicios de atención telefónica, aunque es imposible reducirlo del todo. Estamos en el corazón del murmullo y aquí solo veo pantallas de ordenador, auriculares y personas. Ni un teléfono móvil, ni un bolígrafo, ni un papel. Todo eso ha quedado en la taquilla de cada trabajador, «para proteger los datos de los clientes», explica Grande Piñeiro. En los laterales, unos puestos elevados están ocupados por los coordinadores, también llamados escuchas, porque pueden pinchar cualquiera de las llamadas a su alrededor. 

—El telemárketing es un sector con muy mala fama. Hasta Jordi Évole le dedicó un «Salvados» en el que se decía que había penalizaciones por no cumplir los objetivos. ¿Es eso cierto? 
—¡No! [Se sorprende]. Incluso me parece escandaloso. A todos los que estamos aquí nos pagan por venir a trabajar. Luego hay planes de incentivos. Cada campaña tiene sus objetivos. 

—¿Pero hay tiempos límite para resolver quejas o averías? Digo en electricidad, telefonía y seguros, tres sectores en los que ustedes están presentes. 
—Está todo estandarizado. No es lo mismo que te llamen para hacer un contrato, que para revisar una factura. 

—Tampoco es lo mismo llamar para darse de baja que de alta. ¿Cómo son los argumentarios que utilizan los teleoperadores? ¿Es cierto que hay palabras que no pueden decir? 
—Los argumentarios están definidos por el cliente y nos sirven de guía. Pero el mérito es de nuestros trabajadores, unos grandes profesionales, porque tienen que tener el conocimiento del producto y también empatía, asertividad... A veces, tratamos con usuarios que están enfadadísimos. Imagínese que llama uno porque le han enviado una factura incorrecta. 

—A Teleperformance Coruña le acaban de conceder el Premio Fortius al mejor «contact center ». A usted en concreto. 
—Me lo han dado a mí, de entre los 65 candidatos, porque soy la cabeza visible, pero el premio es a una forma de hacer grupal. 

—Y casi en la misma semana del premio, la CIG denunció, en una protesta, que la plantilla ha pasado de 700 a 550 personas. 
—Es cierto que el año pasado bajamos pero, este, hemos logrado mantenernos en una media de casi 600 trabajadores y esperamos crecer. Tenemos expectativas claras de crecimiento.

martes, 11 de febrero de 2014

Lita Perlita, pinchadiscos: "Si viene uno que me pide a David Bisbal, no se lo pongo"

Lita Perlita, fotografiada por Paco Rodríguez para La Voz
En la vida hay dos tipos de personas: los que jamás se acercan a un pinchadiscos y todos los demás. Entre los asaltantes de dj’s hay varios tipos. Están los inoportunos, capaces de pedir una de Boney M cuando suena Extremoduro; los pelmazos, aquellos que reclaman una y otra vez el mismo tema; y los pertinentes, sabedores de cuál es el momento ideal para encajar su canción favorita y hasta felicitan al pincha al final de la sesión. En este último grupo podríamos encuadrar a Carmen Lastres Soria (Santiago, 1981). Consumidora de música desde los trece años y asaltante pertinente de dj’s, ahora es ella quien ameniza las noches de la escena coruñesa bajo el alias de Lita Perlita en la sala Casino Blow-Up de la calle Torreiro. 

—¿Por qué todos los «dj» se ponen motes? ¿No le suena bien decir «Carmen, la pincha»? 
—Yo empecé siendo Lita Perlita en mi blog de moda (www. quiestinquiestout.com, por la canción de Serge Gainsbourg), donde pongo la música que pincho. Muchos me llaman Lita ya. 

—Suena bien pero, ¿por qué? 
—No sé por qué lo hacen los demás. En mi caso, fue por separarlo de mi faceta de profesora. Soy filóloga y doy clases de español a alumnos Erasmus. 

—¿Cuánto tiempo hace que compagina las dos cosas? 
—Empecé a pinchar hace tres años en el pub Soho, el de la Cormelana. Siempre le estaba haciendo sugerencias de temas a mi pareja, Luis [Zorromono Dj], cuando trabajaba allí. «¿Por qué no pones ahora esto? ¿Por qué no pones lo otro...?» Me picaba el gusanillo. Un día me dijo: «¡Pues pincha tú!» [Risas]. 

—Así que tiene un pasado oscuro de asaltante de «dj’s» en grado máximo. 
—Sí, lo confieso. Yo era la típica que hacía peticiones al pincha continuamente. Estaba bailando y se me ocurrían canciones que me gustaría que sonasen en ese momento. 

—Y, ahora, cuando se lo hacen a usted, ¿qué? 
—Lo entiendo perfectamente. Me parece normal. Es cierto que hay gente que es muy insistente, pero lo comprendo, porque yo también lo hacía. Salvo que me pidan algo que corte mucho el estilo, siempre intento complacerles. Si viene uno que me pide a Bisbal, pues no se lo pongo. 

—¿Por dónde va su estilo? Porque en los carteles pone que es indie, pero es una etiqueta con variopintas lecturas. 
—No soy una indie militante, tengo mi punto roquero. A los catorce años me gustaba el grunge. Uno de mis grupos favoritos de juventud es Hole, pero también Bikini Kill o L7. 

—Casi todas son mujeres... ¿Es usted una pincha feminista?
—Siempre he tenido predilección por descubrir cosas femeninas. En algunos pubs prefieren que vaya yo porque dicen que le doy un toque más femenino a lo que pincho. 

—¿Pero es que pinchar puede tener un toque femenino? 
—Me parece que en el rock aún estamos un poco apartadas. 

martes, 4 de febrero de 2014

Genma Pardo, la voz de los buses urbanos de A Coruña

«Mis amigos me llaman ‘la Sinatra de los autobuses’»
 
Esta actriz y periodista es quien anuncia las paradas a los usuarios 

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Foto de Paco Rodríguez
Reza el dicho que «si la voz del locutor le enamora, no se pase por la emisora», no sea que se lleve un chasco, claro. En este caso, cero chascos. La agradable voz que se escucha en los autobuses urbanos de A Coruña se corresponde con una betanceira risueña y entrañable. 

—¿Se le hace raro escucharse a sí misma cuando viaja en bus? 
—Todavía no me ha pasado. Me da un poco de reparo probar. Creo que se me haría raro... 

—¿Cree que le cohibiría? 
—Me resultaría muy extraño. ¿Y si abro la boca para preguntarle algo al busero y la gente me identifica? Solo me he escuchado alguna vez en las paradas, cuando estoy en la calle, de repente pasa un bus, se abren las puertas y suena mi voz. 

—Pero no habrá dejado de subirse al bus por eso, ¿no? —No, qué va... Lo que pasa es que ahora tengo coche y no lo utilizo mucho. Pero he sido usuaria de autobús toda la vida, ¿eh? Frecuentemente. 

—¿Qué le dice su familia? 
—Mis padres están muy orgullosos y mi chico sí que me escucha. Va todos los días en bus desde la plaza de España hasta la calle Barcelona, de su casa al trabajo. A veces, estoy hablando con él por teléfono y se oye mi voz de fondo. Él me dice de broma: «Te tengo hasta en la sopa», ja, ja... 

—¿Y sus amigos? ¿Mucho chiste o no con el tema?
—Sí, mis amigos me dicen: «Eh Genma, ahora es la voz, eres La Sinatra de los autobuses». O me piden que diga una parada para ver si suena igual. Hay quien no sabía que había hecho yo ese trabajo y me llaman comentándomelo. «Oye Genma, ¿tú no serás la del bus?». Porque, claro, al resultarles una voz conocida, se les hace raro escucharme. 

—¿Cómo fue la grabación? 
—Lo hicimos en una tarde, hace unos cinco meses. Fue en Drum&Roll Studios, con Iago y Lara, que son majísimos. Les estoy muy agradecida. Ahora me llaman cuando hay que cambiar el nombre de alguna parada. 

—¿Se preparó de alguna manera especial? 
—Para este tema, lo único que tiene un poco de intríngulis es coger el tono. Lo que hice fue escuchar las locuciones del metro de Madrid antes de la grabación, para tener algo como referencia. O pensaba en la megafonía de los aeropuertos. Me ponía en situación y pensaba en cómo le sonaría a la gente, en la mejor manera de llegarles. 

—Pues las voces del metro de Madrid tuvieron un problema con Manu Chao. Demandaron al cantante por utilizar la grabación de una parada, «Próxima estación, Esperanza», en un tema. ¿A usted le fastidiaría que le pasase eso? 
—En absoluto. Si me lo hiciese a mí, me sentiría orgullosa. Supondría una repercusión enorme, imagínese. La gente preguntaría «¿Quién es la chica de la voz que sale en esa canción?». 

—¿Se le atascó alguna calle en la grabación? 
—No, la única que te puede suponer algo de dificultad, si cabe, es la ronda de Outeiro. Con tanto diptongo, tiene su historia. 

—A ver... Oouu-teeii-ro. Pues sí. 
—Es que primero tienes que abrir las vocales y luego cerrarlas. A «la voz» de los buses se le hace «raro» subir al bus.

María Yribarren, propietaria de la tienda New Wave, especializada en «Bodyboard»

«Con la crisis han salido hasta ‘Hacendados’ de los neoprenos»  

La empresaria abrirá este verano la primera escuela de «bodyboarders» 


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Esta es la foto que le hizo César Quián a María Yribarren para La Voz de Galicia
Aunque hayan visto bodyboarders escrito en la línea de arriba, los practicantes de este deporte reciben, en realidad, el apelativo «cariñoso» de corcheros, en referencia al material del que están hechas las tablas con las que se lanzan al mar. Son las que vende María Yribarren López (A Coruña, 1981) en New Wave (Cordelería, 6), la primera tienda especializada en bodyboard que abrió en España. 

—¿Al surf también le afectó la crisis? 
—Se tuvo que reinventar. Con la crisis, han salido marcas más baratas, como si fueran «Hacendados» de los neoprenos. 

—¿Marcas blancas para surfeiros? Resulta extraño oírlo. Es un público muy purista con las marcas, ¿no? 
—Sí, pero cada tabla está hecha a mano por un shaper. Y es el público más informado que hay. 

—Solo falta que el surf se tome en serio para potenciar el turismo, por ejemplo. Sería una mina. 
—Ese es un tema por explotar. En un futuro próximo, Galicia tendrá tanto turismo por el surf, como el País Vasco. También es que en la escuela pública vasca el surf y el bodyboard son asignaturas extraescolares. 

—Caray, ¿con quién hay que hablar para que hagan eso aquí?
—Pues en Oleiros no queda mucho para que hagan eso, creo. 

—Con lo de la famosa ola gigante de Nazaré, ¿se ha ido mucha gente a Portugal? 
—¡Buf! En Portugal nos llevan años de ventaja, allí sí que hay tiendas exclusivas de bodyboard. Aquí somos la única. Nuestra idea es abrir este verano la primera escuela de este deporte en A Coruña.

—Luego saltó la noticia de que en Corme hay otra ola enorme, como la de Nazaré. 
—La ola de Corme ya era conocida. El año pasado vino un francés a cogerla y los de allí le decían que si estaba loco. Aquí hay miles de olas por descubrir aún.  «Aquí hay miles de olas por descubrir aún», afirma la empresaria especializada en bodyboard, María Yribarren López.