lunes, 14 de abril de 2014

Mari luz Canal, abogada penalista y pionera: "La primera vez que fui a la cárcel aún estaba allí el garrote vil"

Mariluz Canal, fotografiada por Paco Rodríguez para La Voz
Esa luz que canaliza su nombre es la misma que atraviesa sus liberadoras canas y la misma que sale por sus ojos cuando sonríe. Mujer con altura de miras y de la otra. Mariluz Canal Paz (Lobeira- Ourense, 1946) lleva en su corazón a Chile, país que visita una vez al año. 

—Usted fue la primera mujer que, como abogada de oficio, pisó una comisaría en la ciudad. Por entonces se hacía raro que una chica estuviera en una guardia del turno de oficio. 
—Sí. Fue en 1978 y hasta salió el jefe superior de Policía a felicitarme. Me acuerdo del consejo que me dieron en el despacho: «Estudia mucho porque si un hombre tiene un mal día, es un mal día; pero si tú tienes un mal día, eres una burra». 

—Ese era el contexto. 
—Al principio era todo muy paternalista. Les preocupaba que fuera sola a ver a un detenido. 

—¿Cómo fue la primera vez que visitó la cárcel? 
—Todavía estaba allí el garrote vil. A mí me cambió la escala de valores. Te das cuenta de que muchas personas están en prisión porque no han tenido otras oportunidades. 

—Cuando llega a su despacho el crimen de la maleta —el del niño que Pilar Mazaira mató y facturó para Madrid en 1992— usted ya es una experta penalista. ¿Fue el caso más importante que le ha tocado llevar en su carrera? 
—Fue el más mediático. Yo recibí hasta guiones de televisión sobre lo ocurrido. Todavía los tengo metidos en un cajón. 

—Ni que estuviera hablando del caso Asunta. 
—Con el crimen de la maleta se produjo un juicio paralelo en la sociedad. Hubo un amarillismo tremendo y eso desgasta. 

—¿Y cómo le desgastó la defensa de Liñares, uno de los principales imputados en la Operación Pokémon? Ahora ya no lo lleva. 
—No, cuando salió en libertad cambió de abogado. Como nunca lo hice mediático, lo llevo bien. Yo nunca he hablado de mis asuntos profesionales. Los demás compañeros, que hagan lo que vean. A mí me choca cómo se llevan algunos asuntos desde el punto de vista judicial. Si un sumario está secreto, no puede haber filtraciones. 

—¿Cuál fue el caso que más le impactó? 
—El crimen de los Tilos, el del profesor que había matado a su mujer. Fue mi primer contacto con la locura, una realidad que yo no conocía. 

—¿Difiere mucho de lo de ahora? 
—La delincuencia cambió bastante. Cuando empecé no había drogadictos, pero sí gente marginada por cuestiones económicas. Defendí a un chico que era oligofrénico, pero nadie se había dado cuenta de ello hasta que lo vi en el cuarto de detenidos. No tenía que estar ahí, sino tutelado por el Estado. ¿Qué falló en esa cadena para que nadie se hubiera dado cuenta antes? 

—¿Cómo fue su primer juicio? 
—Era un señor que había robado en una frutería. En el juzgado me plantearon un acuerdo, así que mi único papel, después de haber estudiado tanto, fue contestar a una sola pregunta: «¿La letrada tiene algo que añadir?». Y dije: «No». [Risas] Madre mía, eso fue todo. Una sola palabra. 

domingo, 6 de abril de 2014

Ascensión Cambrón: «No puedes convertir en delito lo que para ti es pecado»

 Critica duramente la reforma del aborto, que califica de «disparate»


Fotografía de Marcos Míguez para La Voz de Galicia
Cordobesa afincada en A Coruña desde hace años, Ascensión Cambrón analiza la situación actual desde las tres perspectivas que domina, la jurídica, la moral y la política. Y no deja títere con cabeza: Paro, preferentes, aborto, cajas de ahorro, televisión basura y por supuesto, eutanasia como miembro que es de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. 

-¿Qué desventajas supone para la mujer la reforma del aborto desde el punto de vista ético?
-La reforma es un disparate. Lesiona gravemente los derechos de la mujer. La sexualidad humana no tiene por qué estar ligada a la reproducción. Las monjas optan por tener vida adulta sin maternidad y nadie se lo cuestiona. Puedes estar en contra por tu fundamentación moral, pero no convertir en delito lo que para ti es pecado.

-¿Ocurre lo mismo con la eutanasia? En el «Libro de los deberes», del que es coautora, reclama que esta sea reconocida como un nuevo derecho. Pero, ¿existe el derecho a morir?
-De momento es una reivindicación moral, falta que se convierta en una institución material. Hubo varios intentos de llevar este tema las Cortes, pero el PP y el Opus no quieren ni oír hablar del tema. Y el PSOE no se atrevió a plantearlo.

-Dieciséis años después de la muerte de Ramón Sampedro, ¿no valió para nada su lucha? 
-Sirvió porque ayudó a consolidar la demanda social del derecho individual a una muerte digna. Su lucha no ha sido en vano, pero es lamentable que todavía se tengan que correr riesgos serios para que las personas mueran mediante la sedación. Lo otro sería imputable como colaboración al suicidio. 

-Pero la compañera de Ramón Sampedro, Ramona Maneiro, no fue condenada.
-Quedó impune porque no se pudo probar que fue ella la que contribuyó a darle el cianuro. Los países europeos que ya han regulado la eutanasia, como Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Suiza, han tenido menos problemas porque allí la religión mayoritaria es la protestante.

 -Aquí cuesta más.
-Pero no por ignorancia, sino con alevosía. Si hay un sector social que no está dispuesto a solicitarlo, allá ellos, pero no se le puede impedir a los laicos, a los ortodoxos o a los de la iglesia del séptimo día. Se confunde la parte con el todo. 

-¿Hay alguna manera de hacer digna la muerte?
 -Si la medicina ya te ha desahuciado, qué menos que atender esa demanda. Puede ser una muerte digna cuando el paciente pide que se le sede y muere tranquilo despidiéndose de los suyos. En cambio, cuando un persona tiene la sentencia de muerte ya dictada y está padeciendo un gran sufrimiento físico, moral y psicológico, eso es una muerte indigna. También le digo otra cosa: La eutanasia tiene que ser regulada de manera muy rigurosa, para que no se utilice para sacarse de encima a aquellos que estorban y no quieren morir. 

miércoles, 2 de abril de 2014

Marián Ferreiro, ex concejala del PSOE en A Coruña: "Paco me mandó a un motorista con la carta del cese"

Foto de Marcos Míguez para La Voz

Sigue trabajando en el Centro Municipal de Planificación Familiar de Orillamar y cuenta que casi todas las usuarias llegan preguntando cómo les afectará el cambio en la ley del aborto. A Marián Ferreiro (Lourenzá, 1951) tan inconcebible como esa reforma le parece que «desde aquí hasta Fisterra no haya más centros como este». 

—¿Cree que los centros de planificación familiar corren el peligro de desaparecer? 
—Se han ido abandonando poco a poco. Creo que el objetivo final es que no existan y que las mujeres tengamos hijos para repoblar este país y así subir el índice demográfico. 

—¿Cómo les afecta el cambio en la ley del aborto? 
—Nos preguntan continuamente: «¿Ya cambiaron la ley?». Confío en que no salga adelante tal y como está elaborada porque, sino, el 95 % de las mujeres que quieran interrumpir un embarazo tendrán un hijo sin quererlo, se irán al extranjero o se pondrán en manos de alguien que les puede hacer una desgracia. 

—Volvemos a los tiempos de las clínicas clandestinas. 
—Sí. La situación es muy grave. Pretenden decirnos a las mujeres cuántos hijos queremos tener y cuándo debemos tenerlos; y eso es una decisión libre de la mujer y de la pareja.

—Hay miembros del propio PP en desacuerdo con la ley. 
 —No creo que haya tantos en contra, cuando a la hora de la votación no lo demuestran. Ya ve, lo que se lleva en política es decir una cosa y pensar otra.

—¿Qué más se lleva en política? 
 —Los políticos de ahora no escuchan a los ciudadanos, se olvidan del interés general y son incapaces de aplicar la democracia en sus propios partidos. Solo buscan sus intereses personales y no el bien común.

—¿Antes no era así? ¿Cómo recuerda su paso por la política? 
—Me gustó. Intenté aplicarla como un servicio al ciudadano. Ahora ya no tengo cabida, no le veo sentido. No se puede estar veinte o treinta años viviendo de la política y queriendo que los ciudadanos te crean. 

—Sin embargo, el año pasado se dejó querer. Entró en la lista socialista al Parlamento y casi sale. ¿Ahí aún le apetecía o qué? 
—Bueno, era una experiencia nueva y pensé que podía ser interesante. Yo no había estado en el Parlamento. Todavía sigo creyendo en determinadas ideas y no me rindo nunca. 

—Se ve que no escarmentó lo suficiente cuando la echaron del gobierno local. 
—Dijeron que yo me veía como la sustituta del alcalde y decidieron eliminarme. Temían que otros les hicieran sombra. 

—¿Y usted se veía como la heredera de Vázquez? 
—No, para nada. Nunca me lo planteé. Mientras estuviera Paco Vázquez, nunca lo pensé. Aquello no tenía sentido. 

—Y eso que, en el tema del aborto al menos, sus discrepancias con Vázquez serían grandes. —Pero es que Paco siempre respetó mi postura en ese sentido. Lo que pasó fue que alguien le convenció para echarme. Pasados los años, mire dónde está cada cual y cómo acabaron Francisco Vázquez y Javier Losada. Tendrían que haberme dado la razón. 

—Usted se lo intentaba hacer ver entonces y nada. 
—No me dio la opción de hablar. Me mandó al motorista y punto. 

—¿Que le mandó un motorista? 
—Sí, en serio. Yo estaba en mi despacho y allí se presentó el motorista con la carta del cese: «Ha sido usted cesada, agradecemos sus servicios y tal...». Como en los mejores tiempos del franquismo. 

—Ha pasado momentos duros. 
—Sí, porque luego, en el partido, debieron de hacer una leyenda con lo de que si yo quería tumbar a Paco... Fue demencial. La gente me torcía la cara, no me hablaban... En fin. 

lunes, 24 de marzo de 2014

Carla y Alba López de Figueredo: "No todo es enseñar pierna y echarle morro para desinhibirse"

Entre las múltiples opciones que uno tiene hoy en día para ver algo diferente, las hermanas Carla y Alba López de Figueredo (Santa Cruz, Oleiros, 1985 y 1982) aportan un halo de frescura muy interesante. Lo suyo es distinto a todo lo visto hasta el momento, casi inclasificable, pero cercano a una mezcla entre el cabaré clásico de Liza Minelli, el burlesque de Dita Von Teese, la estética de Betty Page y la música de Tom Waits. El resultado es un cóctel explosivo que está arrasando en los escenarios locales. La próxima cita será el 5 de abril, en la sala Lost, en el barrio de Matogrande. Agárrense que vienen las Inquietas. 


Aquí, la foto que Paco Rodríguez hizo a las Figueredo sisters en el parque de Santa Margarita


—¿Pero por qué están ustedes inquietas, vamos a ver? 
—Carla: Inquietas en calidad de personas, no de mujeres. No somos un colectivo feminista. 
—Alba: Más que inquietas, estamos preocupadas por el futuro. No todo es enseñar piernas y echarle morro para desinhibirse. Hay un trabajo intelectual detrás. 

—¿De dónde les viene el gusto por el «artisteo»?
—Alba: A mi madre se le daba muy bien cantar y bailar. En su familia son casi todos músicos. Y mi padre también canta. 
—Carla: Cuando éramos pequeñas, mis dos hermanas y yo nos sentábamos alrededor de mi madre y ella se ponía a cantar con su guitarra. Nos hacía aprendernos las canciones. 

—Precisamente fue a su madre a quien le dedicaron el espectáculo «Cabaré sin piedad», que obtuvo un lleno en el teatro Colón. ¿Esto es algún tipo de homenaje a ella? 
—Carla: Sí, yo llevo nueve años haciendo cabaré. Al principio, resultaba extraño pero mi madre siempre me apoyó. 
—Alba: A ella le gustaba. Siempre nos decía: «Sed libres», «Haced lo que queráis». Aunque el artisteo siempre nos gustó, la verdad es que nos hemos involucrado mucho más en este mundo desde que ella se murió. «No todo es enseñar piernas y echarle morro para desinhibirse» Mezclan el cabaré de Liza Minelli con el burlesque de Dita Von Teese Las hermanas Carla y Alba López de Figueredo reconocen que les gusta «provocar», aunque con «un trabajo intelectual detrás». 

miércoles, 19 de marzo de 2014

Nuria Prieto, arquitecta: «Si la naturaleza fuese cómoda, no se habría inventado la arquitectura»

Foto de Paco Rodríguez
¿En qué estará pensando Nuria Prieto (Ponferrada, 1985) mientras posa para el fotógrafo? Pues a lo mejor en que leerá su tesis doctoral dentro de doce días, en su trabajo en el estudio de Carlos Quintáns o en las colaboraciones diarias que realiza para el blog especializado en arquitectura, Tectónica. 

—Para ser tan joven, tiene ya un largo recorrido hecho. 
—Sí, soy una de las arquitectas más jóvenes de España en obtener el título de doctora, y de la Escuela de Arquitectura de A Coruña, también. Fui la segunda de mi promoción. 

—¿Cuántos años le llevó la carrera? ¿Piensa que es posible comprimirla en cuatro años como estipulan los planes europeos? 
—A mí me llevó seis años (cinco más el proyecto), pero con el máster y la tesis, han sido diez, en total. Me parece difícil comprimirla más. 

—La temática de su tesis viene muy a cuento con la coyuntura económica actual. 
—Sí, porque la hice sobre la arquitectura de Jose Miguel de Prada Poole, bajo la dirección de Vicente Sarrablo. Tiene que ver con modelos de arquitectura sostenible y construcciones adaptables de bajo coste, dos conceptos muy factibles ahora que la inversión económica en el sector ya no es tan fuerte.  

—¿Es la primera tesis que se hace sobre Prada Poole?
—Es la primera sobre toda la obra de Prada Poole. Es un personaje singular, pero que ha pasado inadvertido por sus encontronazos con los más academicistas. La arquitectura que él hacía no estaba bien vista: hinchables, ciudades flotantes... 

—Perdón, ¿ciudades flotantes? 
—Sí. Prada Poole defiende que vivir en el agua sería mejor, porque ahí la temperatura oscila menos y el agua climatiza. 

—Pues aquí, últimamente, el agua, más que climatizar, lo que ha hecho es destrozarlo todo a su paso. 
—Es que a la naturaleza no se le puede poner barreras. Oscar Wilde decía algo así como que «si la naturaleza hubiese sido cómoda, el ser humano nunca habría inventado la arquitectura». 

—Ya pero entonces, ¿para qué necesitamos la dichosa sostenibilidad? Ahora no hay venta de piso que se precie sin la ecología como bandera
—Sostenibilidad es volver a la casa del pueblo, cuya madera no está bien ajustada a la piedra y por eso ventila sola. Es como las jaimas, que no dejan entrar al viento, pero sí que el fuego las caliente. Yo reivindico una sostenibilidad sensata, la construcción sin arquitectura, la arquitectura sin arquitecto. 

—Menuda forma de tirar piedras contra su propio tejado. 
—[Risas] Bueno, alguien tiene que firmar las casas, ¿no?

—¿Es reprochable que haya arquitectos que siempre hacen lo mismo sea donde sea? 
—Eso es porque han descubierto una fórmula que les funciona. Es como si hubieran pasado a ser una marca comercial. Afortunadamente, no le pasa a todos. 

—¿Cuál es su edificación favorita en A Coruña? 
—Para mí la Domus, aunque suene a tópico, es de las más interesantes. Pero me quedo con las viviendas de Corrales y Molezún, en el Barrio de las Flores. 

—Dígame una ciudad para vivir que no sea A Coruña. 
—Barcelona, Granada, Londres... 

—¿Y en Galicia? 
—Cambados es precioso. Y me hace gracia Fisterra. 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Maica Bouza, Comisiones Obreras: "Los hombres no piensan en si hay que ir al médico con el niño"

Esta fue la fotografía realizada por Paco Rodríguez para La Voz

En casa de la herrera, cuchillo de palo. Maica Bouza Seoane (A Coruña, 1966), economista de Comisiones Obreras, no es ajena a los problemas de conciliación familiar y laboral que siguen padeciendo con mayor intensidad las mujeres a día de hoy. Tampoco en su sindicato hay igual número de jefas que de jefes. «Somos un reflejo de la realidad pero, al menos, en los órganos de dirección del sindicato sí se cumple la proporcionalidad », aduce Maica Bouza. 

—¿Por qué no celebramos también un «Día del hombre trabajador»?
—Porque a los hombres no les hace falta. Ellos están en superigualdad. 

—¿El llamado «techo de cristal» nos lo ponemos nosotras o nos lo pone la sociedad? 
—Clarísimamente, nos lo pone la sociedad. ¿O usted cree que si a una mujer le ofrecen ser jefa, va a decir que no? Nos falta que nos dejen dar el paso. 

—¿Será que en la oficina nos vendemos peor que ellos? 
—Creo que nosotras no somos competitivas por naturaleza. Y tenemos la doble o triple jornada laboral que los hombres no tienen. 

—Pero a estas alturas de la película, ya hay muchos hombres que se implican al cien por ciento. 
—Sí, pero es una minoría. La mayor parte de los hombres no está pensando en si mañana hay que llevar al niño al médico o no. En la actualidad, el grueso de las labores domésticas sigue recayendo en las mujeres. 

—Así, normal que nuestra presencia siga escaseando en los puestos de decisión. 
—Por eso creo que las cuotas son necesarias, hasta que se corrija ese desequilibrio existente. Debe haberlas hasta que se alcance el nivel de igualdad. 

—¿Se nos juzga diferente por ser mujeres? 
—Sí, y es muy injusto. Además, no se nos valoran ciertas cualidades que son imprescindibles en el mercado laboral y que los hombres no tienen: sensibilidad, capacidad de escucha... 

—¿Por qué es tan difícil ver a una mujer entre los cinco primeros puestos de la lista Forbes? Siempre repiten los mismos y son nombres masculinos: Carlos, Amancio, Bill... 
—Es que la desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es un problema a escala global. Por eso el Día de la mujer trabajadora se conmemora a nivel internacional. Piense que en África, por ejemplo, la situación de la mujer es parecida a la nuestra. El hombre se ocupa de los trabajos importantes y la mujer lleva el peso del día a día familiar. 

—¿La crisis fue más crisis para la mujer? 
—Sí, porque sus condiciones laborales ya eran más débiles antes. Para ellas, fue más crisis la crisis y también la reforma laboral. Además, cuanto más se precarizan las condiciones laborales de las mujeres, mayores dificultades tienen para acceder a las prestaciones sociales. Los recortes en dependencia, educación y sanidad las abocan más a la exclusión social.


La responsable de empleo e institucional del sindicato CC.OO. Galicia lleva años dedicada al estudio de la mujer en el mercado laboral

lunes, 3 de marzo de 2014

Carmen Prieto, directora del Arquivo do Reino de Galicia: "Aquí tenemos desde el pleito del hombre lobo hasta el registro de la ITV"

Es la primera vez en la historia del Arquivo que una mujer ocupa la dirección 

Foto de la directora del Archivo del Reino de Galicia. Entrevista. La Voz de Galicia
Fotografía de César Quián para La Voz de Galicia
En las ocho plantas del Arquivo do Reino de Galicia, fundado en A Coruña en 1775, se custodian casi 25 kilómetros de documentos. La directora, Carmen Prieto Ramos (O Barco de Valdeorras, 1963) conduce la visita guiada. 

—Oiga, ¿tienen bien controlado al electricista del Arquivo? 
—[Risas] Nunca he desconfiado de las empresas de mantenimiento que trabajan aquí. De todas formas, en los lugares de acceso restringido siempre están acompañados. 

—Lo digo porque aquí tienen códices y de todo, ¿no? 
—Sí, son 29 depósitos que albergan tanto documentos históricos como información contemporánea: transmisiones y sucesiones, expedientes laborales... Aquí tenemos desde el pleito del hombre lobo —que son siete tomos— hasta los datos de la ITV. 

—Si quiero consultar mi árbol genealógico, ¿este es el lugar? 
—Información genealógica es de lo que tenemos menos, pero hay mucha gente que nos pide esos datos porque quieren recomponer su historia familiar. Pasa mucho con los emigrantes. 

—¿Para solicitar la nacionalidad? 
—Sí, por ejemplo. Nos piden los listados de los pasajeros a América. Lo que pasa es que no están en ningún sitio. 

—¿No se conservan? 
—No. Los hemos buscando has- «»  ta debajo de las piedras. La Autoridad Portuaria no los tiene, ni Aduanas, ni Sanidad Exterior... 

—¿El catastro de los cincuenta es lo que tiene más tirón? 
—Sí. Nos ha obligado a reorientar el servicio de atención al público, porque requiere de un asesoramiento especial. Sepa, además, que hay comunidades de montes que han venido aquí buscando documentación desde el siglo XVI. 

—Madre mía, ¿tan largo se fían los litigios comunales?
—Hay pleitos por montes que se remontan hasta esa época. 

—¿El laboratorio de restauración de documentos es la joya de la corona? 
—Desde luego es el mejor de Galicia. A nivel nacional hay otros. 

—¿Es cierto que aquí los documentos se aspiran, se lavan y se planchan? 
—Sí, y no les pasa nada. Antes de meterlos en agua se prueba que las tintas no se corran. El papel de pasta de trapos dura siglos y las tintas no son solubles. No es como el papel de madera que hay ahora. 

—¿Cómo van de espacio? 
—Ya vamos estando escasos. A pesar de nuestros esfuerzos por ir ganando metros, cada vez nos queda menos espacio libre. 

—¿No tienen miedo de que les acaben llevando al Gaiás? 
—A nosotros jamás se nos planteó algo así. Fue una confusión que no sé de donde salió. En la Ciudad de la Cultura está el Archivo de Galicia, el de la Xunta. Y físicamente no cabríamos allí. 

domingo, 23 de febrero de 2014

Chus Sáenz, la primera policía local de A Coruña: "La única multa que perdoné en mi vida fue a un conductor que se le descolocó la pierna ortopédica"

Foto de César Quián para La Voz
El primer sitio de Galicia donde hubo mujeres policías fue la ciudad de A Coruña. Hace treinta y seis años, el entonces alcalde Jose Manuel Liaño Flores se planteó emular al Ayuntamiento de Madrid, cuyas calles ya eran patrulladas por agentes del género femenino. «Me pareció necesario hacerlo», explica Liaño. «Además, la ley ya lo permitía». En 1978, el municipio lanzó una convocatoria de cinco plazas de policía local solo para mujeres. La respuesta fue multitudinaria, pero dos puestos quedaron vacantes. Los otros tres fueron ganados por Florentina Pérez, María Luisa Estraviz y María Jesús Sáenz, la más joven de las tres. 

-Usted solo tenía dieciocho años cuando se convirtió en Policía Local. ¿Era consciente de que estaba siendo pionera? 
-Era consciente de ello. Sabía que aquí éramos las primeras. Me sentía muy orgullosa por eso, pero también tenía cierta incertidumbre.

-¿Por qué? 
-Por cómo seríamos aceptadas. Entrábamos en un cuerpo muy masculino, de machitos. 

-¿Y cómo las acogieron?
-Muy bien. Todos los compañeros nos arroparon y nos ayudaron a integrarnos desde el primer momento. El ciudadano también respondió bien, salvo algún vacile típico. Solo a veces me sentí un poco incómoda. 

-¿Se sentía observada? 
-Es que aquello llamó la atención. Y nada más empezar, nos pusieron a trabajar en el centro de la ciudad: Cantones, Rúa Nueva y San Andrés. 

-¿No las estaría utilizando el concello para presumir de «moderno» a su costa? Suena a política de escaparate. 
-Puede ser. Creo que lo hicieron por ser pioneros en esto. 

-Ahora es la responsable de la oficina que la Policía Local tiene en el Fórum Metropolitano, pero ha pasado por varios departamentos, patrullado calles y regulado el tráfico. ¿Cuántas veces le han pedido ayuda para retirar una multa? 
-Mis amigos no me molestan con eso, pero hay otra gente que sí lo intenta de vez en cuando. 

-Es que una multa tiene mal encaje siempre.
-Sí, es rarísimo que alguien admita que una multa está bien puesta. Rarísimo, rarísimo... 

-¿Y usted seguro que nunca perdonó ninguna? 
-Solo una y le voy a contar cómo fue. Multé a un conductor en la Ronda de Outeiro que había dejado el coche en doble fila. El señor alegó que se tuvo que meter en un bar porque se le había descolocado la prótesis que llevaba, una pierna ortopédica. No sé si era verdad o mentira, pero se la perdoné. 

-¿Perdonar multas está a la orden del día?
-Hoy en día no. Antes, sí. Había gente, incluso fuera de la Policía Local, que lograba sacar multas. Lo que me parece aberrante.

-¿Qué gente, políticos? 
-De todo. 

-El que tenía poder, se creía con poder para quitar una multa.
-Efectivamente. Y la quitaba eh... La quitaba. Quiero creer que hoy en día no pasa eso. 

-Dice el dicho que el poder siempre corrompe
-Y el que no se deja corromper, a la calle. Es una tristeza pero es así. Yo he visto cómo se ha dejado de lado al que quería ser honrado. Lo de la Pokémon me parece bien. Quien haya hecho algo malo, que pague por ello. Nadie se mete a policía para andar jorobando. Si denunciamos un coche, es porque está mal aparcado, no para fastidiar. 

miércoles, 19 de febrero de 2014

Monserrat Grande, responsable de Teleperformance Coruña: "A veces tratamos con usuarios que están enfadadísimos"

Entrevista con Montserrat Grande, de Teleperformance Coruña
Fotografía de Paco Rodríguez para La Voz de Galicia
No hay moqueta en el suelo, pero el ruido de mis zapatos no se escucha al andar. Paseo entre los más de quinientos teleoperadores que conforman la plantilla de Teleperformance Coruña, en la Grela, acompañada por la jefa de todos ellos, Monserrat Grande Piñeiro (A Coruña, 1968). Lo del «no ruido» en el suelo, me cuenta, es para atenuar el murmullo de fondo que se escucha en los servicios de atención telefónica, aunque es imposible reducirlo del todo. Estamos en el corazón del murmullo y aquí solo veo pantallas de ordenador, auriculares y personas. Ni un teléfono móvil, ni un bolígrafo, ni un papel. Todo eso ha quedado en la taquilla de cada trabajador, «para proteger los datos de los clientes», explica Grande Piñeiro. En los laterales, unos puestos elevados están ocupados por los coordinadores, también llamados escuchas, porque pueden pinchar cualquiera de las llamadas a su alrededor. 

—El telemárketing es un sector con muy mala fama. Hasta Jordi Évole le dedicó un «Salvados» en el que se decía que había penalizaciones por no cumplir los objetivos. ¿Es eso cierto? 
—¡No! [Se sorprende]. Incluso me parece escandaloso. A todos los que estamos aquí nos pagan por venir a trabajar. Luego hay planes de incentivos. Cada campaña tiene sus objetivos. 

—¿Pero hay tiempos límite para resolver quejas o averías? Digo en electricidad, telefonía y seguros, tres sectores en los que ustedes están presentes. 
—Está todo estandarizado. No es lo mismo que te llamen para hacer un contrato, que para revisar una factura. 

—Tampoco es lo mismo llamar para darse de baja que de alta. ¿Cómo son los argumentarios que utilizan los teleoperadores? ¿Es cierto que hay palabras que no pueden decir? 
—Los argumentarios están definidos por el cliente y nos sirven de guía. Pero el mérito es de nuestros trabajadores, unos grandes profesionales, porque tienen que tener el conocimiento del producto y también empatía, asertividad... A veces, tratamos con usuarios que están enfadadísimos. Imagínese que llama uno porque le han enviado una factura incorrecta. 

—A Teleperformance Coruña le acaban de conceder el Premio Fortius al mejor «contact center ». A usted en concreto. 
—Me lo han dado a mí, de entre los 65 candidatos, porque soy la cabeza visible, pero el premio es a una forma de hacer grupal. 

—Y casi en la misma semana del premio, la CIG denunció, en una protesta, que la plantilla ha pasado de 700 a 550 personas. 
—Es cierto que el año pasado bajamos pero, este, hemos logrado mantenernos en una media de casi 600 trabajadores y esperamos crecer. Tenemos expectativas claras de crecimiento.

martes, 11 de febrero de 2014

Lita Perlita, pinchadiscos: "Si viene uno que me pide a David Bisbal, no se lo pongo"

Lita Perlita, fotografiada por Paco Rodríguez para La Voz
En la vida hay dos tipos de personas: los que jamás se acercan a un pinchadiscos y todos los demás. Entre los asaltantes de dj’s hay varios tipos. Están los inoportunos, capaces de pedir una de Boney M cuando suena Extremoduro; los pelmazos, aquellos que reclaman una y otra vez el mismo tema; y los pertinentes, sabedores de cuál es el momento ideal para encajar su canción favorita y hasta felicitan al pincha al final de la sesión. En este último grupo podríamos encuadrar a Carmen Lastres Soria (Santiago, 1981). Consumidora de música desde los trece años y asaltante pertinente de dj’s, ahora es ella quien ameniza las noches de la escena coruñesa bajo el alias de Lita Perlita en la sala Casino Blow-Up de la calle Torreiro. 

—¿Por qué todos los «dj» se ponen motes? ¿No le suena bien decir «Carmen, la pincha»? 
—Yo empecé siendo Lita Perlita en mi blog de moda (www. quiestinquiestout.com, por la canción de Serge Gainsbourg), donde pongo la música que pincho. Muchos me llaman Lita ya. 

—Suena bien pero, ¿por qué? 
—No sé por qué lo hacen los demás. En mi caso, fue por separarlo de mi faceta de profesora. Soy filóloga y doy clases de español a alumnos Erasmus. 

—¿Cuánto tiempo hace que compagina las dos cosas? 
—Empecé a pinchar hace tres años en el pub Soho, el de la Cormelana. Siempre le estaba haciendo sugerencias de temas a mi pareja, Luis [Zorromono Dj], cuando trabajaba allí. «¿Por qué no pones ahora esto? ¿Por qué no pones lo otro...?» Me picaba el gusanillo. Un día me dijo: «¡Pues pincha tú!» [Risas]. 

—Así que tiene un pasado oscuro de asaltante de «dj’s» en grado máximo. 
—Sí, lo confieso. Yo era la típica que hacía peticiones al pincha continuamente. Estaba bailando y se me ocurrían canciones que me gustaría que sonasen en ese momento. 

—Y, ahora, cuando se lo hacen a usted, ¿qué? 
—Lo entiendo perfectamente. Me parece normal. Es cierto que hay gente que es muy insistente, pero lo comprendo, porque yo también lo hacía. Salvo que me pidan algo que corte mucho el estilo, siempre intento complacerles. Si viene uno que me pide a Bisbal, pues no se lo pongo. 

—¿Por dónde va su estilo? Porque en los carteles pone que es indie, pero es una etiqueta con variopintas lecturas. 
—No soy una indie militante, tengo mi punto roquero. A los catorce años me gustaba el grunge. Uno de mis grupos favoritos de juventud es Hole, pero también Bikini Kill o L7. 

—Casi todas son mujeres... ¿Es usted una pincha feminista?
—Siempre he tenido predilección por descubrir cosas femeninas. En algunos pubs prefieren que vaya yo porque dicen que le doy un toque más femenino a lo que pincho. 

—¿Pero es que pinchar puede tener un toque femenino? 
—Me parece que en el rock aún estamos un poco apartadas.