domingo, 19 de enero de 2014

Teresa Nine, campeona de ping pong: "Empezamos a tener público cuando nos pusimos la falda"

«Es muy triste que fuera por ese motivo», dice la jugadora coruñesa 

Teresa Nine, fotografiada por Marcos Míguez para La Voz
A Cristiano Ronaldo no le puedes ganar al ping pong porque, si lo haces, te perseguirá hasta conseguir ganarte él a ti. Esta anécdota, contada por los amigos del ahora Balón de Oro el pasado lunes, podría aplicarse a Teresa Nine (A Coruña, 1983). Fue campeona estatal de tenis de mesa en el año 2012 y ahora se dedica a entrenar a las futuras promesas de este deporte. 

—Lástima que a las mujeres deportistas les cuesta el doble abrirse paso. 
—La discriminación es brutal. Y eso que se montan comisiones como La mujer y el tenis de mesa, pero luego solo sirven para conseguir subvenciones. Ese dinero no se destina a potenciar a las chicas. 

—Debería dedicarse a eso y a erradicar clichés, ¿no? 
—Claro. Cuando empecé a competir, todas las chicas jugaban con pantalón corto. Así que yo, y luego otras jugadoras, decidimos pasarnos a la falda por comodidad y fue ahí cuando las gradas empezaron a llenarse de público. Es muy triste pero, antes de jugar con falda, no había nadie viendo nuestros partidos. 

—Triste y un poco vergonzoso. 
—Sí. Empezamos a tener público cuando nos pusimos la falda. Hasta ese momento, solo se habían quedado a vernos nuestros padres y poco más. 

—¿Diría que el tenis de mesa es un deporte, además de minoritario en la actualidad, bastante minusvalorado? 
—Es uno de los deportes con mayor número de licencias federadas que hay en Galicia. Eso sí, no te da para vivir. Sobre todo si eres chica. 

—Póngamelo en cifras. ¿Cuánto menos cobran ellas? 
—Una jugadora profesional puede ganar unos 600 euros al mes. Y, si es un chico de la misma categoría, el doble. 

—Me temo que eso, hoy por hoy, pasa en todos los deportes. 
—Se valora más el peinado de Sergio Ramos que las medallas olímpicas de Mireia Belmonte. 

—Se habló más del gesto de Di María, que de que Jennifer Pareja ha sido elegida la mejor jugadora del mundo de waterpolo en el 2013. 
—No puede ser. Si miras el palmarés, el 80 % de los medallistas olímpicos son mujeres. Pero el deporte femenino no se promociona ni se valora en absoluto. En tenis de mesa, tenemos a jugadoras que están ganando medallas a nivel europeo. Yo entreno a dos niñas en el Arteal [el equipo en el que trabaja], Judith Cobas y Belén Calvo, de 13 años, que están pisando muy fuerte y van de primeras en la liga a nivel nacional. 

—Menos mal que hemos empezado la semana con las jugadoras de la selección gallega de rugbi en la primera de La Voz, por su bronce en el campeonato de autonomías. 
—Poco a poco, pero es una reivindicación a gritos. El tenis de mesa femenino solo sale en la tele cuando sacan a los chicos. 

—De rebote, vamos. 
—A mí eso me duele en el alma. 

(Sigue...)

«He jugado hasta en la mesa de la cocina, con los cartones de leche haciendo de red» 

—¿Cómo se metió usted en esto? 
—Mi padre siempre jugó al tenis de mesa. Una vez se le ocurrió comprar unas mesas para tener a los niños entretenidos, mientras sus padres estaban en misa, en la parroquia coruñesa de San Pablo. 

—¿Era catequista? 
—No. Mi padre les enseñaba a jugar. Yo tenía 4 años y hasta hoy. Así empecé. 

—Teniendo en cuenta la poca inversión que uno requiere para practicar este deporte, ¿le parece raro que no haya experimentado un auge con la crisis? 
—Sí, solo necesitas una mesa y dos raquetas. En mi casa jugamos hasta con la mesa de la cocina, poniendo los cartones de leche como si fueran la red. 

—¿Nota que cada vez hay menos mesas de ping pong por ahí? 
—Sí. Aún recuerdo cuando era una actividad extraescolar. Hay que potenciarlo más. 

—¿No debería encargarse de eso la Federación? 
—Sí, pero se dedican a otras cosas. Yo estuve de seleccionadora gallega en las categorías inferiores e intenté potenciar esto un poco, pero lo dejé porque hacían lo que les daba la gana con el dinero. En vez de fomentar la formación de entrenadores, el dinero se iba para otros menesteres. Una pena. 

—A veces los debates de los políticos parecen partidos de ping pong. ¿Algún consejo? 
—A más de uno podría mostrarle cuándo hay que saber contenerse y cuándo hay que pegar un buen golpe rápido.