Y aquí, la maravillosa foto que le hizo César Quián a Esther |
—¿Por qué su padre no quería que fuese a Santiago?
—Quería que estudiase Magisterio en Pontevedra, que era donde vivíamos. Decía que yo tenía la cabeza llena de pájaros.
—Termina la carrera de Química en Santiago y vuelve a retar a su padre cuando se va a Madrid.
—A estudiar las oposiciones a cátedra. Él tampoco quería que fuera, así que cogí la maleta y me marché. Estaba tan enfadado que no me llevó ni a la estación.
—¿Se costeó usted los estudios?
—Entre el esfuerzo de mis padres y las clases particulares que yo daba, los fui sacando.
—¿Cuándo comienza su carrera de investigadora?
—Me puse con la tesis y conseguí una beca en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Mi primer trabajo fue sobre unas ovejas de Maella (Zaragoza) que perdían la lana.
—¿Logró descubrir por qué?
—Por la cantidad de hierro que tenía el pasto. Cada vez que me veían los calvos que había en el CSIC me decían: «¿Qué, sabes algo?». Pensaban que les iba a solucionar su alopecia. (Risas)
(Sigue)