miércoles, 28 de agosto de 2013

Mariluz González, primera examinadora de Tráfico de A Coruña: «Intentaron darme dinero para conseguir el carné de conducir»

Mariluz González, la primera mujer examinadora de Tráfico de la ciudad de A Coruña: "Intentaron darme dinero para conseguir el carné de conducir"
Corría el año 1978 cuando María Luz González Gómez
(Villamarín, Ourense, 1945) se convirtió en
examinadora de tráfico en A Coruña. 
Foto de César Quián
Aviso previo. Esta entrevista no quiere ser una venganza de la periodista por las cinco veces que suspendió en su día el examen práctico de conducir. 

—Sea sincera: ¿Disfrutaba suspendiendo? 
—¡Qué vaaa...! Pero si yo era de las que más aprobaba. El 50 % lo sacaban a la primera. 

—¿Es consciente de que, para algunos aspirantes, el examinador es una figura malévola que se recrea con sus fallos? 
—Para nada. Eso no le pasa a ninguno de los examinadores de Tráfico con los que trabajé. Ni a mí, ni a ellos. ¡Pero si lo más fácil es aprobar! 

—¿A usted nunca se le rebotó nadie tras darle un suspenso? 
—Recuerdo a un chico de Ferrol que se me puso a gritar. Luego me enteré de que era esquizofrénico. Y algún portazo más tuve. Yo les decía: ‘Si no está de acuerdo, haga un escrito’. 

—Pues hace tres años, a una compañera suya en A Coruña, la agredieron en serio. 
—Sí, fue uno que la cogió por los pelos y la tiró al suelo. A mí nunca me pasó nada así. 

—¿Y tampoco le ofrecían jamones para conseguir aprobados? 
—¡Menudo descaro sería! No, no. Una señora me quiso dejar dinero metido dentro de un pañuelo, en el asiento de atrás. En el teórico también me llegaron a ofrecer algo alguna vez. 


—¿Y nervios? ¿Lo veía mucho? 
—Hay quien llega tan nervioso que no es capaz ni de sujetar los pedales. También hay quien lo hace a propósito para dar pena. 

—¿Ha llegado a pasar miedo? 
—Sí, lo de pensar ‘de esta me la pego’, me ha pasado. Una vez en Santiago casi nos pilla un camión y otra vez, el aspirante circulaba sin control por la autovía. 

—Suspenso fulminante. 
—¡Hombreee...! Las situaciones de peligro son eliminatorias. 

—¿Cuál es el fallo más común? 
—Quizás no observar bien las señalizaciones. 

—¿Se copia mucho en el teórico? 
—Ahora que va a ser por ordenador ya no podrán copiar, pero algunos lo intentan, claro. 

—¿Para cuándo un manual de uso de las rotondas? 
—Eso se enseña bien en las autoescuelas, pero luego cada conductor hace lo que quiere. En vez de ir por un carril, cortan recto, que es más fácil y rápido. Parece que todo el mundo tiene prisa. Para no ir a ninguna parte a lo mejor. 

—¿E introducir una prueba de mecánica? 
—Sería interesante. Hay mucha gente que no sabe ni lo básico. 

—Usted fue la primera. ¿Cómo la acogieron sus compañeros? 
—Al principio no me querían mucho. Y de eso me enteré un tiempo después. Sé que, al principio, preferían a un hombre. Pero después me llegué a sentir muy querida entre todos ellos. 

—Sin embargo, pasaron muchos años hasta que entraron más mujeres como examinadoras. 
—Sí, estuve mucho tiempo siendo la única mujer examinadora. Pasaron muchos años hasta que entró otra. Mientras hubiera hombres para examinar, cogían a los hombres antes que a las mujeres. No sé por qué sería. Pasaba en todos los sitios. 

—Así que fue una pionera. 
—Soy consciente de ello. Durante mucho tiempo, se me quedaban mirando por la calle. Al final te acostumbras, pero a mí me daba mucho corte. 

—¿Se sacó el carné a la primera? 
—¡Y con solo dieciséis prácticas! Fue en la feria de ganado de Ourense: aparcar, recta y curva, frenada, poner las cuatro marchas y ya. En aquella época era muy fácil. Se hacía en una pista. Lo de examinar en carretera comenzó años después. 

—¿Y usted no se puso nerviosa? 
—La pierna del embrague me temblaba. Me preguntaron si estaba nerviosa y dije que no. Me daba vergüenza reconocerlo.

—¿Feliz de estar jubilada? 
—Sí, desde hace dos años. Pero guardo muy buen recuerdo.