María Teresa Taboada Corral, campeona española de esgrima en 1963
Teresa Taboada Corral empuña el florete con el que conquistó numerosos títulos en los sesenta. Gustavo Rivas |
Cuando la coruñesa María Teresa Taboada Corral empuña el florete y se pone en guardia, _en el cincuenta aniversario de su título de campeona de España de esgrima_, parece que por ella no ha pasado el tiempo. Imagínensela en 1963. Es la primera gallega en conseguir un título deportivo individual a nivel estatal y acaba de ser preseleccionada para los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964. Es tan famosa que Tico Medina la entrevista para el Hola y su imagen salta de los diarios deportivos al Tebeo. En el Estadio de Riazor, da el saque de honor.
_Esgrima el argumento que la llevó a practicar este deporte.
_Yo era socia de la Hípica, que era el club de moda en aquel momento. Un buen día, _tendría unos quince años_, descubrí la sala de esgrima llena de espejos y sables y quise probar. Me gustó tanto que sentí como si ese deporte estuviera hecho para mí. Como si entre mis ancestros hubiera habido algún pirata, porque le aseguro que fue llegar y besar el santo. Yo no tenía rival.
_A lo mejor en otra vida fue usted un caballero del siglo XVII habituado a batirse en duelos.
_¡Quién sabe! Yo no creo mucho en esto de las reencarnaciones, pero los genes te quedan. A mí se me daba tan bien la esgrima que debo de tener algún antepasado vikingo (risas). El primer año que fui a un campeonato nacional ya quedé tercera de España. Las desbancaba a todas.
_Usted dominaba el arte de la esgrima, pero hay que decir que sus hermanas Margarita e Isabel, también.
_¡Menudas éramos las hermanas Taboada! Hubo un año en que quedamos campeonas de España las tres, cada una en su categoría. Hasta que desaparecimos de la esgrima, no hubo una campeona que no fuéramos una de nosotras. En aquella época había más deportistas destacadas en A Coruña. Estaban las Guimaraens, Natacha Astray, Nela Souto y, por supuesto, el Medina de baloncesto, con las hermanas Gómez de Frutos, entre otras, en la cancha.
_¿Su maestro de esgrima era como el de la novela de Pérez Reverte?
_Pues no la he leído, pero tengo otras novelas de él en casa. Mi maestro fue Martín Díaz que venía desde Ferrol cada fin de semana para darnos clase. Era muy bueno. De todas formas, a mí quien me inició en esto fueron dos militares muy conocidos en A Coruña: Ramón Vidal Barja, padre de Rafael Vidal, el jefe de protocolo de la Diputación coruñesa, y José Domingo Vales Vía, hijo de Francisco Vales Villamarín. El presidente de la Federación gallega de esgrima por entonces era Vidal Barja.
_¿Cuál fue su estocada maestra?
_ La que le di a Mary Shaw, que fue, hasta que llegamos las hermanas Taboada, la número uno en la práctica del esgrima en España. Era la más temida y, como era zurda, te desorientaba. Pero yo fui la primera en ganarle.
_ Dicen que la esgrima es el arte de engañar sin ser engañado. ¿A cuántos chicos le aplicó usted el cuento por aquella época?
_A muy pocos, porque me casé enseguida. Si alguno me sacaba a bailar bien, pero para mí lo primero eran el deporte y los pinceles, que también me gusta mucho pintar. A mí me veían como un poco extravagante porque solía ir con mi maletín de pintura y el chándal camino del entrenamiento. En cambio, las niñas de mi época solamente pensaban en estar guapas y ponerse los vestiditos de Marisol. Mientras, yo sudando con la careta de la esgrima, toda fea, colorada y sufriendo para ganar el siguiente campeonato.
_Iría toda sudorosa pero no me diga que la equipación de un esgrimista no es elegante.
_Sí, es un deporte de guante blanco. Y el guante, por cierto, me lo hacía una modista, al igual que la ropa, a partir del diseño que te daba la federación. Las únicas zapatillas que había para hacer deporte eran las Victoria. Menos mal que yo ya empecé con los floretes eléctricos, porque para que hubiera justicia en los duelos, se decidió que llevasen un cable por dentro que, cuando tocabas la chaquetilla del contrincante, se encendía una luz.
_Seguro que fue la primera en lucir pantalones elásticos en la ciudad. Aunque fueran blancos.
_Pues sí, pero no solo los de la esgrima. Mi tía Purita Taboada me compró en La Palma, en la calle San Andrés, que fue la primera boutique que hubo por entonces en A Coruña, mis primeros pantalones italianos tipo “leggins” para poner con sabrinas, como la actriz Audrey Hepburn. Yo además llevaba el peinado como ella. Y luego salía con mi flequillito y mis pantaloncitos ceñidos a bailar el twist (risas).
_Cita a su tía, Purificación Taboada, fallecida recientemente, que fue la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de A Coruña. ¿Dónde está la calle dedicada a ella en la ciudad?
_¡Pero si no tiene! Tendría que tener, aunque fuera, un callejón tan siquiera. Y la pobre se fue sin pena ni gloria. Al menos, en el ayuntamiento me han pedido ahora toda la documentación que tengo sobre su vida para publicarla.
_Sus hijos son los arquitectos Jose Antonio y Arturo Franco Taboada. Al igual que sus primos, su hermano Manuel también realizó una obra emblemática.
_Sí, mi hermano Manuel fue el ingeniero director de las obras del Puente de Rande, en Vigo. Me siento muy orgullosa de él y de todos mis hermanos. Fuimos seis, nos criamos en la calle Panaderas.
_Usted también es conocida en la ciudad porque regentó un centro educativo infantil.
_Yo monté el jardín de infancia, Jardilín, uno de los más antiguos de la ciudad. Solo había otro por entonces. Además Jardilín fue pionero porque tenía un horario muy largo, de 7 de la mañana a 8 de la tarde, para que las mujeres que trabajaban pudieran tener las horas que quisieran allí a sus hijos.
_¿Cree que las mujeres deberían batirse en duelo con los hombres para conseguir la igualdad?
_Lo que yo tengo claro es que sin esfuerzo, no se consigue nada. Las mujeres no queremos quitarle el sitio a nadie: queremos el nuestro. Y nuestro cerebro, que es el que cuenta, vale tanto como el de cualquier hombre.
(Entrevista escrita por Loreto Silvoso y publicada en La Voz de Galicia el 6 de mayo del 2013)