Fotografía de César Quián para La Voz de Galicia |
—Oiga, ¿tienen bien controlado al electricista del Arquivo?
—[Risas] Nunca he desconfiado de las empresas de mantenimiento que trabajan aquí. De todas formas, en los lugares de acceso restringido siempre están acompañados.
—Lo digo porque aquí tienen códices y de todo, ¿no?
—Sí, son 29 depósitos que albergan tanto documentos históricos como información contemporánea: transmisiones y sucesiones, expedientes laborales... Aquí tenemos desde el pleito del hombre lobo —que son siete tomos— hasta los datos de la ITV.
—Si quiero consultar mi árbol genealógico, ¿este es el lugar?
—Información genealógica es de lo que tenemos menos, pero hay mucha gente que nos pide esos datos porque quieren recomponer su historia familiar. Pasa mucho con los emigrantes.
—¿Para solicitar la nacionalidad?
—Sí, por ejemplo. Nos piden los listados de los pasajeros a América. Lo que pasa es que no están en ningún sitio.
—¿No se conservan?
—No. Los hemos buscando has- «» ta debajo de las piedras. La Autoridad Portuaria no los tiene, ni Aduanas, ni Sanidad Exterior...
—¿El catastro de los cincuenta es lo que tiene más tirón?
—Sí. Nos ha obligado a reorientar el servicio de atención al público, porque requiere de un asesoramiento especial. Sepa, además, que hay comunidades de montes que han venido aquí buscando documentación desde el siglo XVI.
—Madre mía, ¿tan largo se fían los litigios comunales?
—Hay pleitos por montes que se remontan hasta esa época.
—¿El laboratorio de restauración de documentos es la joya de la corona?
—Desde luego es el mejor de Galicia. A nivel nacional hay otros.
—¿Es cierto que aquí los documentos se aspiran, se lavan y se planchan?
—Sí, y no les pasa nada. Antes de meterlos en agua se prueba que las tintas no se corran. El papel de pasta de trapos dura siglos y las tintas no son solubles. No es como el papel de madera que hay ahora.
—¿Cómo van de espacio?
—Ya vamos estando escasos. A pesar de nuestros esfuerzos por ir ganando metros, cada vez nos queda menos espacio libre.
—¿No tienen miedo de que les acaben llevando al Gaiás?
—A nosotros jamás se nos planteó algo así. Fue una confusión que no sé de donde salió. En la Ciudad de la Cultura está el Archivo de Galicia, el de la Xunta. Y físicamente no cabríamos allí.
«El documento al que le tengo más cariño es uno que lleva la firma de la reina Urraca»
La vegetación como de cuento del jardín de San Carlos se cuela por la ventana. Al fondo, el mar. Debe de ser el despacho con las vistas más espectaculares de A Coruña. «Creo que es mejor el del Acuario», comenta sonriente. «Desde allí ven la Torre».
—La pregunta que le habrán hecho mil veces: ¿A qué documento le tiene más cariño?
—A un pergamino que lleva la firma de la reina doña Urraca.
—¿Cree que se conoce lo suficientemente bien en A Coruña qué es el Arquivo?
—Creo que no, pero tratamos de difundir nuestra labor en los colegios, ofrecemos visitas guiadas gratis para grupos, etc...
—Porque esto es un espacio abierto al ciudadano, en realidad.
—Totalmente. La consulta de los fondos es libre y gratuita. Solo hace falta el DNI, ni siquiera tienes que tener el carné de investigador.
—¿Qué se consulta más?
—Las fotografías aéreas antiguas para los temas de propiedad o los fondos del Colegio de Arquitectos. Tenemos usuarios de todo el mundo que nos hacen peticiones a través de la web.
—¿Y lo último que les ha llegado?
—Ahora hemos recibido la parte más antigua del archivo de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV), por ejemplo.
—¿Pero eso hay que archivarlo también?
—Claro. Imagínese que usted quiere activar un vehículo histórico. Pues le pide los datos a la ITV y esta a nosotros.